jueves, 24 de noviembre de 2011

La Ruta de la Seda: Jiva (I)



Puerta de acceso a la ciudadela. Foto Wikipedia

Al terminar la visita de Bujara, los autobuses situados en Lyabi-Hauz tomaron el camino del Aeropuerto. Un avión Iluyshin de fabricación rusa, nos esperaba para trasladarnos hasta Urgentch. El viaje duró mas ó menos una hora y durante el trayecto, con el avión completo, nos sirvieron un refresco. Ya de noche cerrada llegamos a Urgentch donde nos esperaba una bienvenida folklórica, calurosa aunque modesta, pues solo dos músicos y dos bailarinas nos recibieron al descender del aparato. Pero fue amena porque distrajeron nuestro cansancio mientras esperábamos nuestras maletas que – como siempre en Uzbekistan – se hicieron esperar.
 
Dos autobuses escoltados por un coche de policía nos condujeron hasta JIVA, distante unos 30 kms, donde el Hotel Asia Jiva nos recibió con los brazos abiertos. Una cena variada en plan buffet, restauró nuestras fuerzas de la gran visita de todo el día anterior en Bujara. El hotel era de construcción reciente, agradable y con pequeños jardines entre los diversos edificios. Las habitaciones modernas y acogedoras. Morfeo nos preparó para la última etapa, al día siguiente, de nuestro viaje por Uzbekistan. 

Jiva nos sorprende 

 

Jiva es una pequeña joya y para nuestro grupo resultó la mejor manera de terminar nuestro periplo por este curioso país. Es además, una muy agradable sorpresa. Porque no te esperas encontrar, ni la gran concentración de monumentos en tan pequeño espacio, ni mucho menos, el magnífico estado de conservación ó de restauración que estos presentan. El guía nos propuso un corto paseo nocturno por la ciudad vieja iluminada, que resultó realmente impresionante.

Es evidente que los organismos internacionales, la UNESCO, la OMT, etc., han invertido ingentes sumas de dinero, no solo en restaurar por dentro y por fuera la mayoría de los edificios históricos de la ciudad, sino también en urbanizar y enlosar las calles y plazas del centro histórico que, hasta hace pocos años, eran de suelo terroso y llenas de regueros. Así lo pudimos apreciar dejando atrás la zona monumental para – tomando un atajo – salir por la Puerta Sur que daba casi directamente a nuestro hotel.

Ichan Kala 

 

Murallas de Jiva. Foto Julia G.P.


Así se llama la ciudad vieja ó casco antiguo. Hablamos del recinto amurallado que con solo 2.000 habitantes, es propiamente la histórica ciudad de Jiva. El status de villa-museo lo tiene desde 1967 y esto ha conseguido preservarla como el conjunto arquitectónico más homogéneo del mundo islámico. En 1990 era declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. 

Fue una ciudad rebelde, plagada de ladrones y de traficantes de esclavos, conquistada por los rusos en mayo de 1873; y desde entonces aparecía como un lugar de prestigio pero sin alma. De los 40.000 habitantes de Jiva, solo 2.000 viven en Ichan Kala, protegidos por 2,2 kms de fortificaciones almenadas que – aunque tienen algunos lienzos del siglo XV – en su mayoría fueron levantadas entre 1686-88 por Arang Khan y protegían a la ciudad de de cualquier peligro exterior. No en vano, aunque solo está construida en ladrillo y barro cocido, la muralla tiene una altura de 8 metros y un espesor de 6. Ha sido sometida a numerosas reconstrucciones tras las sucesivas destrucciones. 

Ichan Kala tiene forma de rectángulo, insertado dentro de la cinta de murallas y sus 24 cubos. Al interior de la ciudad vieja se accede por cuatro Puertas orientadas a los cuatro puntos cardinales. Una calle central – Polvan Qori – cruza el recinto desde la Ota Darvoza (Puerta Oeste) hasta la Palvan Darvoza ó Puerta Este. Aunque dos calles más atraviesan la arteria principal, el plano urbano de la vieja Jiva, está formado por un conjunto de intrincados vericuetos que recuerdan el urbanismo de las ciudades islámicas, donde es fácil perderse y bastante difícil reencontrar el camino debido.

La mitad del conjunto urbano ha sido convenientemente restaurado y ya cuenta con algunos servicios turísticos adecuados. Al menos vimos y utilizamos un gran restaurante dentro de una antigua medersa, así como un salón de té con jardín y divanes de madera. Dos hoteles pequeños, tres “ bed & brekfast” y un gran hotel en otra medersa, completan la oferta turística interna de la ciudad. El hotel Asia, el más moderno está situado extramuros de la Puerta Sur ó Tach Darvoza.


Pero Jiva es, ante todo, un mare magnum de Medersas, Mezquitas, Minaretes y Mausoleos, junto con dos Palacios y sus correspondientes Harenes. La visita fue densa y recorrimos al menos 15 monumentos de los diversos que acabo de citar. Nos llamaron agradablemente la atención los numerosos Museos que ocupan varios edificios antiguos y los tenderetes bien ordenados que animan los rincones de esta ciudad, con artesanías, telas, joyas, cerámicas y pieles. Hermosos gorros de piel, algunos con orejeras, para protegerse del frío invierno y la nieve consiguiente. Esta zona uzbeka del Jorezm o Khorezm se sitúa ya en el delta del río Amur – Daria; y aunque se va acercando al Mar de Aral, es todavía casi un puro desierto. 
 
Cada puerta de Jiva tenía su “especialización”; así, la Puerta del Norte con su torre era donde pagaban las tasas las caravanas que llegaban desde Urgentch. A pocos metros estaba – y está - el Pozo Khivak donde repostaban y reponían agua, tanto los caravaneros como sus camellos; siendo un pozo que ya aparecía en las crónicas árabes del siglo X. Esto nos da idea de que, en realidad, Jiva era un oasis y allí, los nómadas uzbekos, fundaron la capital del khanato de Khorezm. Por eso Jiva se convirtió en su capital en 1511 cuando, según se cuenta, Urgentch aspiraba a ser la elegida para ello.

Un poco de historia 

 

Su vida fue turbulenta por las luchas tribales del siglo XVII y XVIII. Desde 1800, con el gran apogeo del comercio con Rusia y el río Volga, el khanato se extendió hasta el Mar de Aral y por ello, entró en conflicto con el imperio ruso. Se relata la truculenta historia de Bekovitch, enviado del Zar de Rusia Pedro I, que fue degollado vivo y con su piel hicieron un tambor. A otro oficial ruso – N. Mouraviev - lo retuvieron durante meses mientras debatían la forma en que lo iban a matar. 

Todo esto lo relataron viajeros extranjeros como Fred Burnaby en 1898 ó Robert Jefferson que llegó hasta Jiva desde Londres en bicicleta. Por influencia de la revolución rusa, en 1918 asesinan a Isphandujar Khan y se proclama la República Popular del Khorezm, que obviamente se integra dentro de la URSS. Su unión a Uzbekistan tuvo lugar en 1924. Hoy todos los khanatos han desaparecido, pero su historia no deja de interesarnos, porque nos informa de las costumbres e idiosincrasia de cada época.

La Puerta del Este se cerraba desde el crepúsculo hasta el alba y no solo protegía de las tribus sino también de las tempestades de arena del desierto. Su opuesta en el lado Oeste es, según nuestro guía, una réplica perfecta que se construyó hace solo 40 años, puesto que la antigua y original fue destruida para que en el centro medieval pudieran entrar los coches. La Puerta del Sur es de 1830 y desde su piso alto ofrece buenas panorámicas.
Si hay tiempo, se puede pasear a lo largo de la muralla entre las puertas norte y oeste. 

El conjunto de la zona Oeste 

 

Monumento al gran matemático Al Khorezm. Foto Julia G.P.

 

A pie desde nuestro hotel Asia Jiva, rodeamos la muralla hasta alcanzar la puerta oeste u Ota Darvoza. Allí como embajador de Jiva, nos “saluda “ desde su estatua sedente, Al- Khorezmi, el genio matemático, el hijo más preclaro de la ciudad, que definió los “algoritmos” ( palabra derivada de su nombre que, por cierto, a su vez procede del nombre de la región Khorezm), como método para solucionar problemas matemáticos y astronómicos entre otros aspectos científicos. Al cruzar esta puerta “se para el tiempo”. Uno se sumerge en otra cultura y sobre todo, en otra época. Nada que sea actual distrae al visitante porque hasta los tenderetes están apropiados y los vendedores se visten con sus ropas clásicas y multicolores.
 
Entrando a la calle principal – Palvan Kori - a nuestra derecha nos topamos con el hotel Medersa Amin Khan que ofrece 40 habitaciones, antiguas celdas islámicas con baño y habitaciones con buenas vistas. Es el establecimiento más grande de Jiva que se complementa con el gran edificio Matinyaz Divanbegi, hoy convertido en el gran Restaurante Jiva. Buena atención y comida bajo el toldo que refresca el patio.

Torre Kalta Minor. Foto Wikipedia



Entre ambos edificios se levanta una preciosa torre no muy alta. Es el Kalta Minor ó minarete corto que, construido en 1852, debía de alcanzar una altura de 70 mts; es decir 12 metros más que el gran minarete Kalon Kalian de Bujara y llegar así a destacarse como el más alto del mundo musulmán. ¿ Por qué se detuvo en los 26 metros actuales? La incógnita tiene dos posibles respuestas : la primera, la más plausible, señala como motivo la muerte, en 1855, de Amin Khan. Pero según otra leyenda más curiosa, se dice que desde la gran altura de 70 metros, el muecín podía ver a las concubinas del patio del harén que estaba enfrente y eso no le gustaba a Amin Khan. 


Con su bello color verde jade y su forma redondeada, Kalta Minor es una de los símbolos de Jiva. Sus 68 escalones llevan hasta la plataforma desde la cual se goza de una buena perspectiva de la ciudad. Por detrás de estos edificios se haya la más antigua construcción de Jiva: el pequeño Mausoleo de Said Allauddin que hacia 1303 era un maestro sufí que llegó a ser muy venerado. 



Justamente enfrente, cruzando la calle, está la antigua Ciudadela ó Kourhna Ark que con una base datada en el siglo V, ha sido agrandada poco a poco por los diversos Khanes . Entrando por la puerta principal, a la derecha se encuentra la Mezquita de Verano de fecha 1838, con unas paredes de cerámicas azules y blancas. En ella se ha instalado el Museo de monedas, medallas y billetes junto a una maqueta de forja que simula una ceca.

El Salón del Trono o Khourinich Khana. Foto Julia G.P.

Pasando al Patio principal se llega hasta el Kourinich Khana ó salón del trono que es de principios del XIX. Allí celebraba el Khan sus audiencias públicas y durante el invierno tenía instalada una yurta recalentada sobre una base redonda de ladrillo. El trono del Khan era de madera plateada y se hizo en 1816. Cuando llegaron los rusos este trono salió de inmediato hacia el Museo del Ermitage en San Petersburgo, donde aun está, pese a que los uzbekos lo siguen reclamando. 

Se continúa por diversos patios adornados con bellos azulejos azures, hasta llegar a las piezas del Harem que, sin duda, pueden ser vistas desde el minarete de la medersa – hotel, el Kalta Minor. ¡Se comprende ahora mejor por qué quiso el Khan dejarlo tan bajo!
Saliendo al exterior se encuentra la Prisión Zindan, construida por los rusos en el año de 1910. Son increíbles los instrumentos de tortura y los métodos de ejecución, de épocas históricas anteriores, allí expuestos. Da pavor pensar en aquellos suplicios horribles inventados y ejecutados por aquellas mentes diabólicas. Aún recordamos la prisión de Bujara y el suplicio final de Bekovitch, que ya hemos contado. 

Dejamos el Kourkhna Ark y casi al lado encontramos el Palvan Kori Trade Center, actual centro de artesanía de la ciudad, interesante si se tiene tiempo, ya que normalmente las visitas son todas tan rápidas, que si te paras en algún sitio corres el riesgo de perder al grupo. 

 Sobre la misma plaza está la medersa Mohammed Rakhim Khan donde se ubica un Museo del Vestido y Armas locales, así como numerosas fotos del siglo XIX en que se puede ver al Khan recibiendo honores de los rusos durante los tres viajes que hizo a San Petersburgo. Como dato curioso cabe decir que estaba tan admirado por las costumbres de Rusia que nada más regresar de su primer viaje, obligó a todas las mujeres de su Harem a llevar corsés. También aprendió a fumar y se compró un teléfono que no podía usar por no haber línea en toda la zona.

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