lunes, 28 de enero de 2013

CUZCO, el legado de los Incas



La Plaza de Armas de Cuzco


El regreso hacia Cuzco, desde Machu Picchu, fue por camino diferente al de la ida. Desde Ollantaytambo tomamos el ramal del tren que asciende por las laderas del Valle Sagrado, dejando a un  lado la carretera que se dirige hacia Urubamba y Pisac. La subida es fuerte pero el paisaje es extraordinario y permite divisar todo el valle  en la lontananza, mientras se asciende hasta una zona de meseta,  que es realmente sobre la que se asienta la ciudad de Cuzco. Unas tierras que llegan a los 3.300 metros de altitud.  Empezamos a entrar ya en altitudes importantes, que provocarán antes o después, síntomas del mal de altura. Y este riesgo no nos abandonará hasta Arequipa. Aun nos tendríamos que defender durante varios días de él.

No debe llegarse a Cuzco sin pasar antes por Sacsayhuamán,  preludio en grado sumo de los basamentos ciclópeos que luego encontraremos en la capital inca. 

La capital del Imperio Inca

Cuzco es la capital mas cargada de historia del Perú. Fue la capital y sede de gobierno del Reino Inca y lo siguió siendo al iniciarse la época imperial, convirtiéndose en la ciudad más importante de los Andes y de América del Sur.  Este centralismo le dio auge y se convirtió en el principal foco cultural y eje del culto religioso. Se atribuye al gobernante Pachacútec el  haber hecho del Cuzco un centro espiritual y político. El 9º Inca , como se le conoce, llegó al poder en 1438.  Y durante su reinado y el su hijo Túpac Yupanqui, el dominio de Cuzco llegó hasta Quito, por el norte, y hasta el río Maule, por el sur, integrando política y culturalmente a los habitantes de 4.500 kms  lineales de la cadena andina.
Los incas organizaron su división administrativa de manera que los límites de las cuatro regiones del imperio coincidieran en la plaza principal del Cuzco. Parece que el diseño original de la ciudad- en forma de puma sagrado recostado – fue obra de Pachacútec que era un visionario de la arquitectura.  El plano del Cuzco antiguo tiene forma de un puma delineado, con la plaza central ó  Haucaypata en la posición que ocuparía el pecho del animal y la cabeza del felino situada en la colina – que dominando la ciudad – está ocupada por la fortaleza de Sacsayhuamán.

Diseño original de la ciudad inca  de Cuzco en forma de puma sagrado recostado



Los conquistadores españoles supieron desde su llegada a lo que es hoy territorio peruano, que su meta era tomar la ciudad del Cuzco, capital del imperio. Tras capturar al inca Atahualpa en Cajamarca, iniciaron su marcha hacia el Cuzco. El 23 de Marzo de 1533 Pizarro otorgó a la ciudad la denominación de Cuzco, ciudad noble y grande. Como era costumbre para extirpar las tradiciones indígenas, los conquistadores construyeron  sobre las ruinas de los edificios incas, sus iglesias y conventos. Sobre el antiguo palacio del 8º Inca – Viracocha -  se levantó la catedral y sobre los restos del Templo del Sol, el principal complejo religioso prehispánico, los dominicos edificaron el gran convento de Santo Domingo, justamente ubicado en lo que se suponía la cola del puma.

Sacsayhuamán













Sacsayhuamán merece un tranquilo paseo donde percibir y tocar, los inmensos bloques de piedra perfectamente encajados  a modo de muralla ciclópea romana. A mi parecer mucho mas sólida y perfecta que ésta, que ya es decir. Es admirable como se encajan entre sí, piedras hasta de 12 lados y unas 350 toneladas de peso. Esta hermosa arquitectura militar  que, sin duda defendía la ciudad, tiene tres terrazas escalonadas y se recomienda entrar en ella para apreciar su grandeza. Nosotros  no tuvimos tiempo de ello.  Una hermosa pradera verde rodea el conjunto; le da una gran panorámica y permite además pacer a las mansas llamas que siempre procuran un “sobresueldo” a sus propietarias. Como contrapunto religioso, al lado de la fortaleza, se levanta el Cristo Blanco que, desde lo alto, bendice la ciudad. 

La Catedral  joya cuzqueña



Fachada principal de la Catedral de Cuzco






























Llegados al centro de la ciudad, no había tiempo que perder. Se impuso la visita de la catedral  puesfaltaba solo una hora para su cierre, siendo el recorrido interior amplio. Con un bello exterior renacentista, la Catedral de Cuzco preside la Plaza de Armas, centro de la vida colonial de esta hermosa ciudad, Patrimonio de la Humanidad desde 1983 y llena de arcos y plazas porticadas de estilo español; y cuyas fachadas lucen bellos balcones de madera , mucho mas sencillos aunque no menos interesantes que los vistos en Lima.  Cuzco, Ciudad monumental, que quedó sin embargo en segundo plano frente a la grandeza arquitectónica de la capital  colonial Lima

La iglesia se levantó sobre el antiguo palacio de Viracocha, el 8º Inca y se llamó del Triunfo por la conquista de la ciudad. Para su construcción se emplearon parte de los bloques de granito de Sacsayhuamán.  Esta catedral es una auténtica joya, de cuyo interior no dejan sacar ni una foto; por ello todo lo que relato lo hago de memoria. La entrada se hace por un edificio anexo llamado la Capilla de la Sagrada Familia, lugar por el que se comenzó la edificación catedralícia. Justo al lado estaba la antigua sede de la Inquisición y delante de él tenían lugar las ejecuciones públicas de los condenados.
De allí se pasa a la gran nave central y  por último, hay un tercer edificio del siglo XVIII  en cuya cripta está enterrado el Inca Garcilaso de la Vega. 



La vida del Inca Garcilaso merece un inciso en nuestra narración pues era hijo de un conquistador español, Sebastián Garcilaso de la Vega, noble extremeño, y de la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, nieta de Túpac Yupanqui y sobrina del emperador inca Huayna Cápac. En Cuzco se educó con los hijos mestizos que tuvo Francisco Pizarro, en tanto que se relacionaba con lo mas selecto de la nobleza incaica, entre ellos sus primos, los hijos de Cápac; por ello era muy culto en mitología y cultura inca además de hablar quechua. Trabajó como secretario de su padre cuando este fue Corregidor de Cuzco pero… por presiones de la Corona, su padre se casa con una dama española. Digamos que repudia a la princesa inca y le da una gran fortuna que le arregla la vida. Más tarde ella se casa con otro español y le  da dos hermanastras a Garcilaso.



Cuando muere su padre, Garcilaso se va a Córdoba, España buscando su identidad y su herencia. Tras varias peripecias recibe una gran fortuna de otros parientes y ya decide dedicarse a escribir. Entonces es cuando toma el nombre de el Inca Garcilaso. Siempre escribió desde España pero siempre lo hizo sobre los Incas y el Perú. Al final de su vida, se hizo clérigo y pidió ser enterrado en la catedral de Córdoba. Allí estuvieron sus huesos hasta que en 1978, el Rey Juan Carlos I, en su visita al Perú, los entregó en una arqueta para que descansaran en la catedral de Cuzco.
 Estábamos en el interior barroco y espectacular de la catedral donde nos impresionaron las numerosas  imágenes de vírgenes muy barrocas con grandes encajes y joyas. Y el Cristo de los Temblores,  famoso porque, según la leyenda, fue capaz de detener el terremoto de 1650. Y además es negrito  aunque se dice que el color no es natural sino fruto de los grandes cirios  que lo ahuman constantemente y desde hace siglos.

Trascoro e interior de la Catedral

El magnífico  altar mayor es de plata maciza  y frente a él,  se alza el precioso  Coro de cedro del siglo XVII con tallas de santos y papas.  Mas datos curiosos de esta iglesia son: la Sagrada Cena, pintada por Marcos Zapata (siglo XVIII) en la que en lugar del cordero y el vino tradicionales, aquí se come el “cuys”, conejillo de Indias, y se bebe chicha (jugo del maíz fermentado), servida en copas incas. Y un fresco que recuerda la leyenda de Manuel de   Mollinedo y Angulo, un burgalés que fue durante 25 años (1673-1698) Obispo de Cuzco y un  mecenas de las artes. Este prelado  llegó al Perú con una gran colección de pintura española y sentó  las bases de la famosa Escuela Cuzqueña, famosa entre otros aspectos por los arcángeles y vírgenes únicos por la curiosa simbiosis de elementos barrocos europeos e incas. Mollinedo fue además uno de los mayores promotores de iglesias; en los  25 años de su labor diocesana, mandó edificar 50 iglesias en Cuzco. 

En torno a la Plaza de Armas


Cuando dejamos la iglesia ya anochecía; la gran plaza de Cuzco estaba  iluminada y aparecía animada por numerosos grupos de gente que se sentaban por doquier en las gradas de la catedral y en los bancos de la plaza. Una reminiscencia de un pasado que ha mantenido sus tradiciones; porque en Cuzco muchas mujeres visten las típicas faldas de varias capas, en colores,  y el sombrero hongo tan peruano. Además llevan largas trenzas negras y hablan en quechua, la lengua de los incas.

 Casas coloniales bordean la Plaza de Armas 

La Plaza es rectangular y todos sus edificios son coloniales, de dos plantas sobre arcos de soportal y balcones corridos o miradores  en madera tallada. Una preciosidad de plaza, sencilla y elegante. Los bajos abundan en restaurantes y locales de buen gusto y calidad. Hay donde elegir para comer y comprar recuerdos; es una zona totalmente turística.

Compitiendo con la catedral, los Jesuitas construyeron en la misma plaza y justamente al lado la Iglesia de la Compañía. Más alta que la seo y con el mejor barroco colonial del Perú. Con planta eclesial jesuítica, los altares hacen juego en la suntuosidad. La Universidad de San Ignacio forma un cuerpo posterior con la iglesia.  

El Coricancha y Santo Domingo

Monasterio de Santo Domingo, levantado sobre el Coricancha o Templo del Sol de  los Incas 


La Orden de los Predicadores, tampoco se quedó atrás en Cuzco. Nada menos que sobre el Coricancha o Templo del Sol, los dominicos elevaron Santo Domingo,  monasterio que sigue el estilo y decoración de su homónimo de Lima. Lugar emblemáticos de los incas, al Coricancha  le llamaban “el sitio del oro” por tener todos su muros recubiertos por panes de oro. De este templo no queda nada,  pero si se conserva una parte del Templo de la Luna,  situado dentro del claustro de este monasterio. La forma de recibir el rayo solar del solsticio nos recuerda al visto en Machu Picchu; los incas eran adoradores del “Tayta Inti” ó  dios Sol y cada año celebraban el Inti Raymi ó Fiesta del Sol. Al ver esta fiesta los españoles instauraron la Procesión del Corpus Chisti y hoy se celebran ambas por devoción, tradición y turismo.  
Dejamos Santo Domingo por la Avenida del Sol para regresar a la plaza y cenar. Difícil elegir ante tal diversidad de oferta gastronómica, varios restaurantes están llenos; al fin entramos en uno moderno donde cenamos estupendamente pero con medida para que nos afectara demasiado la altitud.  Recomendamos pasear tranquilamente por las calles y placitas cuzqueñas que son una delicia;  incluso de atardecida, es una ciudad tranquila porque es muy turística. Especialmente recomendamos algunas cercanas a la plaza de Armas  donde lucen los basamentos ciclópeos de las antiguas edificaciones incaicas. Cabe resaltar que durante el terremoto de 1650, los muros incas se mantuvieron intactos. Pasear por ellas es perderse en el tiempo y en una cultura que se conserva muy fuerte en Perú.


Hotel Casa Andina Cuzco



Por la calle San Agustín llegamos a nuestro Hotel, el Casa Andina Private Collection  que ocupa una hermosa casona del siglo XVIII con 5 estupendos patios coloniales, patios con balcones y fuentes centrales. La verdad todo un lujo. Al día siguiente nos esperaba una dura etapa; no solo por la longitud sino por la altura. Íbamos a llegar hasta los 4300 metros en La Raya, camino de una esperada etapa del viaje: el Lago Titicaca.   

Texto Julia Gómez Prieto
Fotos Jorge Segovia y Julia Gómez Prieto
 

 

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