viernes, 11 de julio de 2014

Por la Avenida de los Volcanes


Foto www. skyscrapercity.com

Volcanes, volcanes y volcanes 


Como ya ha quedado dicho, los Andes forman el corazón y el centro de Ecuador. Este sistema montañoso alberga dentro del país andino hasta 70 volcanes,  estratégicamente situados  a lo largo de dos  hileras paralelas de montañas,  observándose mutuamente. De ellos  27   aun están en activo. 

Se ubican la mayoría de estos volcanes  a lo largo de los 300 kms de la gran “Avenida Central”,  que recorre el país de norte a sur y  que le da a Ecuador, geográficamente,  una personalidad propia y diferente a la de sus vecinos andinos.

Este arco volcánico  es muy amplio, pues tiene entre 100 y 120 kms de anchura entre sus dos filas de cumbres, frente al de Colombia que solo ofrece una línea de volcanes.  Con razón el geógrafo alemán Alexander von  Humboldt , que visitó la zona en el año 1812, la bautizó acertadamente como “ Avenida de los Volcanes”, nombre que aún hoy se sigue utilizando.
                                                  
De gran altura, algunas de estas montañas de fuego se asemejan a  gigantes dormidos, mientras que otras aún se encolerizan a veces, lanzando bramidos y bocanadas de humo, cuando no de ceniza  y lava.  Sin duda la mayor personalidad geológica y geográfica de Ecuador la constituye esta impresionante “avenida” natural y básicamente, nuestro viaje por el interior del país se iba a realizar a través de ella.  

Foto www. skyscrapercity.com

 

Actividad volcánica 


Las erupciones de estos colosos no son eventos nuevos, pues la historia de Ecuador tiene registrados estos fenómenos desde hace siglos. Es por eso que la población está muy acostumbrada y ha aprendido a convivir con los volcanes. Además esta actividad geológica del país,  cuenta con un seguimiento científico permanente, pues la prevención constituye una preocupación constante de la población y de las autoridades.

Según la actividad de cada volcán, éstos se clasifican en  tres tipos: Extintos, sin ninguna actividad conocida.  Activos,  que han tenido episodios eruptivos en los últimos 100 años. Y Durmientes, que se parecen a los primeros pero no son totalmente fiables.  

La estructura orográfica de  Ecuador 


La orografía ecuatoriana tiene, sin embargo, una estructura fácil de entender. Su columna vertebral son los Andes,  que ocupan toda la zona central; los ecuatorianos la llaman la Sierra. Forma un altiplano a gran altura, delimitado a ambos lados por las Sierras Oriental y Occidental, donde lucen imponentes los volcanes y los nevados. Esta última palabra se usa con frecuencia en los países andinos, para referirse a las grandes elevaciones  cubiertas de nieves perpetuas.




Las dos cordilleras Andinas ( ver el gráfico )  que corren en paralelo,  cruzando al Ecuador de norte a sur, ofrecen una variada topografía: volcanes y nevados, salpicados de verdes valles que albergan espléndidas ciudades coloniales, tales como Quito y Cuenca, pintorescos pueblos indígenas, campos agrícolas bien trabajados, antiguas haciendas señoriales de hermosos jardines,  paisajes jugosos de lagos y ríos de aguas cristalinas.....  

Por este gran valle interandino discurre la Carretera Panamericana,   desde Otavalo a Cuenca, del norte al sur del país. Su recorrido permite observar paisajes incomparables de este gran valle central, y admirar cuando menos las moles volcánicas majestuosas.  Se trata de  un  paisaje en general, suave y siempre verde, de hábitat disperso, que  recuerda a veces, al poblamiento rural de algunas  zonas de la Cornisa Cantábrica española.   

A ello cabe añadir otros atractivos como  la rica artesanía indígena de los pueblos y  mercaditos,  cuajada de  hermosos colores y  originales diseños,  así como los campos de cultivos de rosas que Ecuador exporta a todo el mundo.


Situación de los volcanes de Ecuador. Mapa: rinconesdelatierra.blogspot.com

El Parque Natural del Cotopaxi


Esta primera etapa de nuestro viaje andino, nos  condujo primeramente  al encantador pueblo de Sangolquí,  donde tuvimos  ocasión de pasear por uno de los numerosos mercados indígenas del área, con sus puestos repletos de hortalizas y frutas multicolores, muchas de ellas de nombres arcanos y desconocidas para nosotros,  de  animales domésticos de todo tipo y pelaje,  así como  otros diversos objetos artesanos de uso doméstico, todo ello mezclado con el tipismo natural de vendedores y compradores. Fue una  verdadera  introducción al modo de vida andino. 

Sangolquí: plaza y mercado. Fotos T. Komuda

Después de casi hora y media de trayecto en dirección sureste, siempre siguiendo la Panamericana,  llegamos a la entrada del Parque Nacional de Cotopaxi, un santuario ecológico de 36.000 hectáreas, que alberga el magnífico cono del volcán del mismo nombre,  cuya cumbre se eleva a 5.897 metros sobre el nivel del mar. Los conos del Rumiñahui, del Sincholagua, así como la laguna de Limpiopungo y algunas ruinas arqueológicas, forman parte también de este Parque, que fue creado el 11 de agosto de  1975.

Nieves perpetuas en la cumbre del Cotopaxi. Foto T. Komuda

                                                         
En los accesos al Parque se han instalado unos paneles explicativos,   con informaciones sobre el hábitat del páramo andino. Existe también un Centro de Interpretación y  un Área de Recreación.

Ya dentro del parque, atravesamos una extensa área boscosa que alberga más de  8 millones de pinos, según el folleto explicativo que recibimos en el acceso,  antes de llegar al camino de tierra que seguiremos en adelante,  con el omnipresente telón de fondo del impresionante  Cotopaxi,  que cada vez está un poquito más cerca.  

Las nubes jugaban con la cumbre -  cónica, simétrica y cubierta de nieves perpetuas -, que aparecía y desaparecía a caprichosos intervalos. El guía nos proporcionaba datos precisos,  conforme ascendíamos en nuestro camino:  el cráter tiene 800 metros de diámetro y 300 metros de profundidad y  cada cierto tiempo exhala  sus temibles vapores. Los primeros registros eruptivos del volcán datan de  1534, coincidiendo con la llegada de los españoles;  la mayor erupción registrada en los últimos 150 años tuvo lugar en 1887, en la cual  grandes cantidades de cenizas y flujos de lava  sepultaron  considerables extensiones de tierras agrícolas. Su última erupción data de 1942.

Cumbre y cráter del Cotopaxi. Foto www.monografias.com

Cruzamos el páramo  hasta alcanzar  los 3.500 metros de altitud. Desde allí contemplamos  al  gigante Cotopaxi y todo el amplísimo panorama  que configura su entorno;  destaca la Laguna de Limpiopungo, de límpidas, frías  y azules aguas,  en torno a la cual habita una variada fauna específica del altiplano andino.  La forman más de 90 especies  con una gran variedad de pájaros.  Este es también el hogar de ciervos, zorros,  pumas andinos y algunos caballos salvajes. Un rebaño de  llamas pastaba mansamente  sobre una mínima capa vegetal y en torno a la cumbre, se intuía el majestuoso vuelo de los  cóndores andinos, entre las grandes aves que surcan el cielo  a considerable altura.

              
El volcán Cotopaxi reflejado en la laguna de Limpiopungo. Foto www.ecregionandina.com
 


El silencio es aquí inmenso, solamente  roto por el silbido del viento que lame el contorno de la montaña. El gran volcán lo domina todo. Sobre  las lagunas Limpiopungo y Santo Domingo pueden verse reflejados otros volcanes cercanos como el Chalupas. Nos acercamos a la primera laguna y contorneamos sus orillas, a través de senderos preparados al efecto, con observatorios estratégicamente ubicados para los avistamientos. Hay reservas de animales y lugares habilitados para  la acampada. El nevado Cotopaxi cuenta con un refugio abierto durante todo el año, con capacidad para albergar a decenas de turistas. Está situado sobre los 4800 metros de altitud, donde conviene tener  muy presente el efecto del  soroche o  “ mal  de altura “.

En cuanto a la climatología dentro del parque,  por ser zona alta de la Cordillera de los Andes, el tiempo es muy cambiante. Tan pronto luce el  fuerte sol como se nubla repentinamente, baja de pronto la temperatura, sopla el viento ó cae llovizna y por tanto hay que estar preparado para todo. Lo recomendable es vestir en plan "cebolla”, es decir por capas, con ropas que podamos quitar o poner fácilmente al albur de las condiciones en cada momento .


Latacunga y la Hacienda la Ciénega


Hacienda La Ciénega. Foto www.ecuadorhoteles.com

Regresando a la carretera Panamericana  llegamos a Latacunga,  donde se halla la Hacienda La Ciénega, en la  que íbamos a efectuar el almuerzo. Esta hacienda es una de las mejores de las situadas  entre  la Avenida de los Volcanes  y el Parque Nacional. En esta zona hay varias  mansiones señoriales, muy interesantes,  con patrimonio histórico y artístico, que han sido  restauradas y convertidas en “ hoteles con encanto “,  de diferente capacidad. La Ciénega  es una preciosa hacienda con  cerca de 300 años de vida, dedicada a Hostería desde 1982. Por ella han pasado personajes importantes y allí se alojó Alexander de Humboldt durante su estadía en el país. En su honor lleva su nombre la gran suite. Con una estructura de tipo colonial, su decoración y mobiliario son todos de época. Un joven cuarteto de música andina animó nuestro almuerzo.  

El volcán Chimborazo 


Foto  www.insolitanaturaleza.blogspot.com

Subiendo y bajando por la famosa Avenida de los Volcanes, cruzamos por Ambato  y nos acercamos a la  Estación de Tren de Urbina  que está en las faldas  de otro imponente  volcán: el  Chimborazo. Si el tiempo está despejado se puede disfrutar de una impresionante puesta de sol sobre esta inmensa mole nevada, más inquietante que el Cotopaxi, pero que al contrario que éste, está rodeado de lugares habitados.    

Es el volcán más alto del Ecuador, con 6.310 metros, ubicado  en el lado occidental de la Cordillera Andina, a  medio camino entre Ambato al sureste y  Riobamba al noreste.  Sus cumbres están cubiertas por enormes glaciares que descienden en todas direcciones.  Pero el Chimborazo no registra actividad histórica y sus últimas erupciones habrían ocurrido hace unos 7.000 años; por lo tanto no se espera una reactivación volcánica en un futuro próximo. Sin embargo, debido al gran volumen de hielo existente y a lo escarpado e inestable de sus flancos,  presenta grandes peligros potenciales que conviene no olvidar.

El Tungurahua y la ciudad de Baños 



Foto www.skyscraperlife.com

Casi justamente enfrente, pero en el lado este, se asienta el Parque Nacional Sangay  que tiene dos de los volcanes más activos del país : el Tungurahua de 5.016 metros  y el mas solitario Sangay de 5.230. El primero es famoso por su actividad, pero sobre todo por su cercanía a la ciudad de Baños  de Agua Santa,  importante centro turístico de Ecuador.

Baños con sus 1820 metros de altitud,  se localiza a los pies del  gran cono en activo;  goza de un clima muy agradable casi todo el año y es la puerta de entrada a la Amazonia Ecuatoriana. Precisamente al volcán le debe una buena parte de su turismo, que comenzó siendo Termal , pues gracias al  vulcanismo se ha convertido  en una ciudad balnearia, que ofrece en sus numerosos “spas”, tratamientos especiales con piedras y cenizas volcánicas, excelentes para afecciones de la piel.

Abundan las piscinas termales entre 22 y 55 grados,  que asocian estas aguas con “curaciones milagrosas”, por lo que es uno de los principales centros de peregrinación católica del país, en torno al Santuario de la Virgen de Agua Santa. Es también un lugar para los Deportes de Aventura que aprovecha las múltiples cascadas, ríos y relieves para la práctica del rafting, el canopy o tirolinas, etc. Y además –  y probablemente por todo lo anterior - se ha convertido en un gran centro de Congresos  y  Convenciones.  ¡¡ Todo ello a los pies de un volcán en activo ¡¡


Pequeña erupción del Tungurahua. Foto www.ricardomedinao.worldpress.com

Es  un gran atractivo llegar hasta alguno de los varios puntos de observación del volcán Tungurahua, del que periódicamente se elevan columnas de gases, ceniza y vapor. Y desde donde, por las noches, pueden observarse las explosiones y la incandescente lava que desciende desde su cráter. Según dicen, es un espectáculo inolvidable que afortunadamente nunca ha ocasionado daño alguno a ninguna persona. Nos quedamos con ganas de esa visión nocturna porque estaba anocheciendo y aun había que llegar a pernoctar a nuestro siguiente destino. 

Taguas  y fin de jornada en Riobamba


Artesanía en tagua. Foto www. tagualand.com

Retomando la Panamericana, visitamos de paso un taller de Tagua, al que llaman “ el marfil de Ecuador “.  La tagua es en realidad,  la semilla o nuez  de la planta del mismo nombre,  que nace en el  bosque húmedo tropical ecuatoriano  y que por su color y dureza se la denomina como el  marfil vegetal.  Es  lisa y brilla con el pulido,  tallándose desde fichas de ajedrez y dominó hasta botonaduras y artesanías como collares, pequeñas figuras, etc.

Ya era de noche  – no hay que olvidar que en la línea del  Ecuador, todos los días del año oscurece rápidamente antes de las 19 horas–  cuando llegamos a Riobamba, “la Sultana de los Andes”,  una ciudad llena de historia y tradiciones. La hora, el cansancio de una larga jornada y la fina pero insistente lluvia nos impidieron descubrirla.

Fuimos directamente al Hotel Hacienda Abraspungo, que nos acogió con un  agradable canelazo, la bebida tradicional de aguardiente, canela y azúcar,  servida al amor de   la lumbre en la gran  chimenea,  seguida de una muy agradable cena y su correspondiente sobremesa, donde se habló, entre otras muchas cosas,  de las viejas leyendas y  tradiciones serranas.  Es este un lugar muy adecuado, de hermosa arquitectura colonial y amplias habitaciones en torno a un cuidado jardín,  para descansar de la visión sorprendente de todos los volcanes de aquel fecundo día.

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