domingo, 2 de agosto de 2015

Por los Ríos, Lagos y Canales de Rusia. Conociendo San Petersburgo




INTRODUCCIÓN 

 
Gran Cascada. Palacio de Peterhof. San Petersburgo. Foto by Alex Florstein. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons -


'Viaje de San Petersburgo a Moscú” —tal es el nombre del libro de Alexander Radíschev, (1740-1802),  conocido por todos los rusos. Pero existe una obra más sobre este asunto en la literatura rusa —“Viaje de Moscú a Petersburgo”, cuyo autor es Alexander Pushkin (1799-1837).

"Por las olas del Mar Báltico, por las aguas de los anchu­rosos ríos norteños, a la rastra por tierra, por los ríos Neva, Vólhov, Lovat, Prípiat, Dniepr,  avanzaban las embarcaciones cargadas de mercancías, siempre hacia el sur, a Kíev, “madre de las ciudades rusas”, y luego al Mar Negro, a Bizancio, a la Ciudad-Reina, nombre dado por los rusos a Constantinopla".

En el siglo IX aparece el caudillo varego vikingo Riurik, quien llegó en principio al lago Ladoga y luego hasta Nóvgorod, y tras él, Oleg, que se afianzó en Kiev; ambos crea­ron el Estado ruso.  Es por eso que la voz épi­ca de las Bylinas  rusas, la poesía de Push­kin, la música de Rimski-Kórsakov  y toda la innumerable tropa de la milenaria cul­tura rusa,  nos acompañarán por este río que los rusos llaman con amor la Madre Volga. 


El mayor país del mundo




Rusia es el país más grande del mundo, con algo más de 17 millones de Km cuadrados ( +/- 34 veces España ) y el gigante euroasiático, pues comprende la Rusia europea y la inmensa Siberia . Hasta llegó a tener un pie en América ( Alaska ) que luego vendió a los EE. UU. ( ver Turismo y Rutas / Alaska). Tiene fronteras con 14 países y constituye casi el 40% de la superficie de Europa .

Sin embargo no es un gigante demográfico pues solo tiene 146 millones de habitantes de los que 100 viven en la parte europea. Y se suele decir que tiene dos capitales: la continental  y la marítima, Moscú y San Petersburgo respectivamente. Y ambas serán los dos extremos de nuestro crucero. 


1988 Primera visita a Rusia 

Nuestra primera visita a Rusia ( entonces aún era la URSS, aunque ya se intuía su próximo final, con la “ perestroika “ de Gorbachov);  fue en agosto de 1988  y no llegamos en avión.  Tomamos el ferrocarril  desde Helsinki hasta San Petersburgo. Fue un viaje curioso, el tren era de vagones de madera, de color  gris verdoso, de un tono vagamente militar. Las azafatas, de mediana edad, vestían un vistoso uniforme y la cabeza cubierta con una gran gorra de plato,  de las que yo solo había visto en Rusia. El tren iba muy lento y paraba en muchas estaciones. En alguna incluso descendimos porque las esperas eran largas. Los controles eran minuciosos y frecuentes. Y nunca faltaba el té, servido con abundancia. 


El paso de Finlandia a Rusia era en aquel tiempo verdaderamente impactante. Tal era la diferencia entre los dos países en la época. La era Gorbachov, con una tímida apertura, chocaba con las viejas estructuras. El turismo de la URSS estaba regido por el omnipresente INTURIST, organismo estatal  que, en aquellos momentos de cierto caos,  no atendía debidamente a los visitantes. Para ellos los turistas eran solo un numero y daba igual que hubieras comprado un viaje de cinco que de dos estrellas.

Lo cierto es que nuestro grupo, organizado al máximo nivel por una agencia sueca, y  entre cuyos componentes había bastantes norteamericanos, en lugar del magnífico hotel previsto, fue enviado a dormir en un Camping de 2 estrellas a 17 Km del centro de San Petersburgo, con habitaciones de literas. Recuerdo que durante la cena, tan mala como el hotel-camping,  los camareros trataban de vendernos bajo la mesa,  latas de caviar para degustarlas en las habitaciones. También recuerdo la Avenida Nesvki  con comercios casi vacíos, pero con colas en el exterior.

Ahora hemos vuelto,  27 años más tarde,  a un país moderno y bien organizado,  donde se atiende al turista debidamente. Esta vez la  llegada a San Petersburgo fue en avión, en vuelo de la siempre eficiente Lufthansa,  Bilbao - Múnich - San Petersburgo. En unas 6 horas incluida la escala, estábamos en el Hotel Radisson Blue, un curioso alojamiento de ambiente y decoración  inspirados en la novela "Crimen y Castigo" de Dostoievski, situado en el centro de la ciudad, cerca del río Neva. Tuvimos ocasión de degustar una deliciosa cena,  con un memorable Borsch, la típica sopa rusa de remolacha y un  excelente Strogonoff de buey, todo ello  regado con un aceptable vino  malbec de Argentina. 



 

A lo largo de tres días memorables, íbamos a disfrutar de la "Venecia Rusa", en el mes de Junio, época de las llamadas "Noches Blancas". Durante dos meses del verano, en estas regiones septentrionales " no se pone el sol ". Apenas hay noche completa y el aro solar queda casi colgado en el horizonte, como un bello atardecer que no anochece. Hacia las tres de la madrugada, el Sol luce ya espléndido en lo alto del cielo. Es un fenómeno precioso al que nuestro cuerpo no termina de acostumbrarse del todo. 
 
Las dos capitales de Rusia 
 

San Petersburgo y  Moscú constituyen  el gran pun­tal ambivalente de la estructura del Estado ruso, de la economía, la cultura, la ciencia y el arte. La rivalidad de las dos capitales rusas ha sido tan fecunda como su unión indisoluble, su unidad,  siempre enca­minada al florecimiento de la Madre Rusia. Ambas  ciudades están además rodeadas de lugares que no hay que dejar de visitar. 

San Petersburgo empieza por sus ma­gníficos alrededores  donde relucen  las antiguas residencias imperiales en Peterhof (Petrodvorets), Strelna, Tsarskoie Selo (Pushkin), Pávlovsk, y Gátchina,  casi todas levantadas  de las ruinas de las guerras,  por las manos de sabios restauradores. Aquí nacían composiciones musicales, se creaban lienzos pictóricos,  obras de filosofía y   cristalizaba la gran literatura rusa.

Moscú tiene su “ Anillo de Oro “.Es el nombre poético que se da al  conjunto  ubicado al N.E. de la capital, donde se asienta  una constelación de pequeñas ciudades con un inestimable patrimonio histórico,  artístico y religioso. Desde la villa –museo de Suzdal, pasando por Rostov o Vladimir, que visitamos en nuestra primera estancia hace 27 años,  hasta una docena de lugares entre ellos el mismo Uglich, en la ruta de nuestro actual crucero por el Volga. 



 Visitando San Petersburgo

 
Noches Blancas sobre el río Neva. Foto www.san-petersburgo.com


Lo primero de todo pediría a las autoridades turísticas responsables, que editaran algún plano de la ciudad,  por lo menos  en inglés. Todos los que recibimos en el hotel estaban únicamente en ruso.  Las oficinas de turismo apenas cuentan con material. Y los guías no nos dieron nada.  El mapa descriptivo del Crucero  no lo encontré hasta Mandrogui… y los folletos turísticos brillan por su ausencia.  Así que una recomendación útil para el visitante, es llegar al país con toda la información posible y una o varias buenas guías.

Esta bella ciudad  se encuentra situada en el fondo del Golfo de Finlandia, en el mar Báltico, sobre el delta del río Neva, que se divide en tres brazos  principales y numerosas ramificaciones secundarias,  que llegan a formar más de 40 islas. Sobre ellas está levantada la ciudad y  de ahí le viene el apelativo de  la Venecia del Norte. A este delta desaguan 65 corrientes de agua  y canales,   que se cruzan a través de más de 400 puentes.  Aquí viven 5 millones de habitantes,  en la capital  cultural, artística y turística de Rusia.


Un poco de historia 

La ciudad nació a raíz de la victoria de Pedro I el Grande sobre  Suecia en  1703, a la que arrebató buena parte del Golfo de Finlandia.  Ese año se puso la primera piedra con la intención del Zar de  establecer una salida  hacia Europa por el mar Báltico. Ya  en 1712 se  convirtió en la capital de Rusia. Durante los reinados de  Isabel Petrovna y de Catalina II la Grande la ciudad creció y se enriqueció con numerosos y elegantes edificios. Para el año 1750 ya tenía  90.000 habitantes,  que pasaron a 500.000 a mediados del siglo XIX ( 1853 ), y así siguió en progresión hasta los 5 millones actuales.

Durante los más de dos siglos que fue capital  imperial, – de 1712 a 1918 –, floreció como el principal centro comercial, industrial y cultural de aquel inmenso país. A partir de 1850 congregaba a la mayor proporción de población obrera de Rusia, con unas condiciones de vida de extrema pobreza en los barrios populares. No es extraño que allí ocurrieran  las primeras insurrecciones de los trabajadores  y que la ciudad capitaneara las  Revoluciones  de 1905 y 1917.

La ciudad pasó a llamarse Petrogrado  en 1914 y tras la Revolución, fue sede del Soviet  de los Comisarios del Pueblo . Ante la ofensiva  del ejército alemán en la Primera Guerra Mundial, la capitalidad se trasladó a Moscú, que ya no la perdería nunca. Al morir Lenin en 1924,  Petrogrado pasó a llamarse Leningrado.  La resistencia heroica de la ciudad durante la II Guerra Mundial es uno de los  hitos de lo que los rusos llaman la Guerra Patria.

Con la descomposición de la URSS en 1991,  San Petersburgo recuperó su antiguo nombre, con el que fue creada,  el que habían usado Dostoievski, Tolstoi y cuantos escritores ubicaron sus novelas en la que fue la ciudad más importante de Rusia. 



La Plaza del Palacio de Invierno, con la Columna Alexandra y el edificio del  Estado Mayor. Foto by JasonRogers - Flickr.com - image description page. Licensed under CC BY 2.0 via Wikimedia Commons -
 

Pedro I el Grande adoraba viajar por Europa y quiso copiar y superar incluso, las urbes occidentales como  Paris, Ámsterdam,  Venecia o Berlín.  Para plasmarlo en su nueva ciudad, tomó contacto con los mejores arquitectos de la época y obligó a los artistas rusos a formarse en Europa.  Quizás por eso, San Petersburgo es la ciudad más europea de Rusia. Aquí se encuentra el Palacio de Invierno de los zares, pero también los  de Verano , así como sus museos, sus catedrales y los palacios de la nobleza. 



Organizando la visita
 

Esta ciudad necesita al menos cuatro  días para conocerla bien y disfrutar de ella. El primer día, una visita organizada nos ayudará a hacernos una idea de la ciudad.  Pero después se necesita tiempo para recorrerla a pie , descubrir sus rincones  y visitarla a fondo.  Recomiendo para este viaje la magnífica Guía Verde:  Moscú – San Petersburgo,  editada por Michelin.

San Petersburgo cuenta con uno de los puertos más importantes de Rusia, abierto sobre el mar Báltico. El crucero Aurora es símbolo de la flota rusa de otros tiempos y hoy es un buque museo. Participó en la guerra ruso-japonesa de 1904 – 1905 y fue el primer barco en unirse a los revolucionarios de 1917. Hace 27 años nos lo enseñaron. Ahora lleva tiempo ya en restauración.


El río Neva y los canales que cruzan la ciudad, permiten hacer paseos en barco y disfrutar de las vistas desde sus orillas. En verano varios de los grandes puentes sobre el Neva,  se levantan durante la noche para permitir el paso de los barcos mercantes, y esto se ha convertido en un espectáculo que atrae miles de personas. Algo tan simple y mecánico como la elevación de  un puente, se convierte en un pasatiempo envuelto en  el sonido de las sirenas y las luces de los buques.





En el grafico adjunto observamos el plano del casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1990. Se percibe el rio Neva ( el más grande ) y varios canales,  siendo el mayor el de  la Fontanka, en la zona baja del plano. Destacan varios edificios que hay que visitar.

Una ciudad espectacular que muestra lo que fue el esplendor de los zares. Porque la belleza de San Petersburgo radica en la planificación monumental que tuvo desde su nacimiento. Pedro I el Grande  ( 1672 – 1725 ) zar de Rusia, llamó a los mejores arquitectos extranjeros. Fue el francés Le Blond quien a partir de la Fortaleza de San Pedro y San Pablo hizo el trazado de la futura ciudad .

De esta manera la avenida Alexander Nesvki, luego llamada Perspectiva Nesvki, fue  en principio un camino recto en dirección oeste – este,  que se adentraba en el bosque de abedules que allí existía. Fue la Gran Vía ( Main Street ) del siglo XVIII. A su alrededor se fueron  situando una gran parte de los principales palacios, museos, iglesias, parques  y edificios oficiales de esta urbe; suele decirse “ en San Petersburgo todo lleva a la Avenida Nesvki”. 


Un paseo por la Perspectiva Nevski 

Con una longitud total de 4,5 Km, los dos primeros  – entre el Almirantazgo y el Puente Anichkov – hay que pasearlos minuciosamente. Partiendo del citado puente que cruza el canal de la Fontanka,  por la acera izquierda, tras el gran Palacio Anichkov – de 1750 - , aparece la Plaza Ostrovski, dominada por una imponente estatua de Catalina II la Grande, erigida en 1873, rodeada por varios importantes personajes rusos  contemporáneos. Muy interesante escultura porque es la única en toda Rusia dedicada a la zarina; todas las demás se destruyeron durante la época soviética. En el fondo de la plaza se levanta  el grandiosos edificio neoclásico estilo imperio, del Teatro Alexandrinski construido en 1832 sobre planos del arquitecto italiano Carlo Rossi.

Más adelante el edificio de la antigua Duma  y junto a él los Almacenes Gostini  Dvor, tiendas del periodo clasicista.  Y  así  llegamos  hasta el Puente Kazansky, justo al lado de la Plaza Kazanskaya , dominada por la Catedral de Nª Sª de Kazan, con una espectacular arcada semicircular y una curiosa historia.  En 1932 fue transformada en el Museo del Ateísmo, el cual se convirtió en el Museo de Historia de las Religiones a partir de 1990, cuando la catedral se abrió de nuevo al culto. En ella está el sagrado icono de la Virgen de Kazan protectora de los rusos. 


La Casa Singer en la Avenida Nevski. Foto by Alex Florstein. Licensed under CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons -


Cruzando la calle, sobre la acera del lado derecho, está la iglesia de San Pedro y casi  enfrente de la catedral Kazan, un  fantástico edificio, la Casa Singer,  levantada por los fundadores de las famosas máquinas de coser,  en estilo Art Nouveau . Edificada en 1904 por Pavel. Suzor, alberga hoy en día  la Casa del Libro”, la mayor librería de la ciudad. Desde ella podemos ver  la catedral de la Resurrección ( o del Salvador ), al final del canal Griboyedov. Podemos volver a ella más tarde, ahora seguimos por   la Avenida Nevsky.  Cruzando el puente Kazan  encontramos el famoso Elisseeff Emporium,  magnífico edificio también de estilo Art Nouveau, con un espléndido interior, donde pueden degustarse delicias   gastronómicas de todo el mundo.  Como anécdota me llamó la atención  que ofrecían   “cecina de León, Portugal"(sic)  Sobre la misma acera el edificio de la  Sociedad Filarmónica y la iglesia de Santa Catalina.  Casi pegada a ella, está el imponente Gran Hotel Europa, el más bello de la ciudad. 


Palacio Mijailovski. Museo Estatal Ruso. 


Desde el hotel, llegaremos a la Plaza  de las Artes, presidida por una estatua del escritor romántico Alexander Pushkin. Frente a él se eleva el imponente Palacio Mijailovski, también de Carlo Rossi (1825), que alberga el Museo Estatal Ruso de visita absolutamente obligada, tanto por sus salones como por las magníficas y únicas obras de arte ruso de todas las épocas que acoge. La colección está dispersa en tres  magníficos palacios: el Stroganov,  el palacio de Marmol y este de  Mijailovski.  Cruzando el canal Moika se llega al Campo de Marte y al Jardín de Verano. 

 
Desde esta plaza,  regresamos hasta alcanzar el canal de  la Fontanka, y entramos en la zona de los teatros, acercándonos de nuevo al Puente Anichkov. Este puente  de 1850, tiene en cada uno de sus extremos, cuatro grandes  esculturas de caballos domados.  En las orillas  de la Fontanka podemos tomar una lancha  cubierta que nos lleve por los canales y nos de un paseo por el rio Neva,  siempre animado por numerosas embarcaciones de todo tipo. Desde el río podemos admirar un panorama diferente,  el cabo de la isla Basilevsky con las dos rojas Columnas Rostrales, adorno y faro para la navegación fluvial,  que enmarcan el edificio neoclásico de la Vieja Bolsa,  la flecha de la Iglesia de la fortaleza de San Pedro y San Pablo, y el frontal  espectacular  sobre el Neva del conjunto del Palacio del Hermitage.


Catedral de San Isaac. Foto wikipedia.org


Aun nos quedan algunos sitios imprescindibles. Nos situamos en la Catedral de San Isaac (1858) -  donde pudimos asistir a un  oficio religioso-,   la iglesia más grande e  imponente de la ciudad,   cuya cúpula inmensa y dorada  es un referente urbano.  Por cierto, en su construcción participó el ingeniero militar canario Agustín de Betancourt. Frente a la Catedral, en la inmensa plaza, en realidad un anchísimo puente de casi 100 metros sobre el río Moika,  se levanta el neoclásico Palacio Mariinsky (1844), histórico edificio imperial, hoy sede de la Asamblea Legislativa de San Petersburgo. Una enorme estatua ecuestre del zar Nicolás I preside la plaza entre el Palacio y la Catedral. Avanzando hacia las orillas del rio Neva,    encontramos la Plaza del Senado  presidida por una gran escultura ecuestre, del zar  Pedro I,  fundador de la ciudad. Se la conoce como " El Caballero de Bronce".  



El Museo del Hermitage  

Conjunto de Palacios del Museo del Hermitage junto al río Neva. Foto hermitagemuseum.org


Siguiendo por la orilla en dirección este,  enfrente del  puente del Palacio,   se abre  la plaza del Palacio de Invierno. Obra de Rastrelli  en 1764, es un conjunto de edificios de estilo neoclásico,  que ocupan 75.000 metros cuadrados y guardan más de 2 millones de obras de arte, especialmente de pintura y escultura. Casi todos los pintores clásicos están representados. Allí vivió Catalina II y comenzó su colección de arte,  sobre todo de pintura.  Allí se inició la Revolución bolchevique de 1917. 

Siendo uno de los mayores y mejores museos del mundo, la visita del Hermitage puede ser una  pesadilla  donde apenas te enteras de nada. A las 4 de la tarde, cuando nosotros llegamos, cientos de personas y muchos grupos de orientales, atestaban escaleras, pasillos, y parecían deambular por las salas,  y no permitían disfrutar de los obras de arte allí expuestas. Nos llevaron en volandas por las salas. Avanzábamos por los salones del museo de forma masiva y agobiante, sin posibilidad de pararnos a contemplar las obras de arte.  Nos dijeron que, en verano, aun viene más gente.

Por detrás del museo hay una enorme  y elegante plaza  con la Columna Alexandra – con 47,5 metros -  que conmemora la derrota de Napoleón en Rusia . Cierra la plaza  un enorme edificio curvo,  de dos alas unidas por un arco triunfal, el Estado Mayor. Bajo el arco nace el canalillo  de Invierno.  


 La Fortaleza de San Pedro y San Pablo  
 
Queda por visitar la Fortaleza de San Pedro y San Pablo (Domenico Trezzini, 1703),  que es el lugar donde se fundó la ciudad.  Con una primitiva edificación en madera,  se convirtió mas tarde en una fortaleza de tipo Vauban y cumplió su misión hasta convertirse en Panteón de la Dinastía Romanov. 


Además de la casa del Comandante de los ingenieros, la casa de la Moneda y hasta una prisión, se elevó en su punto central la Catedral de San Pedro y San Pablo,  y se elevó la torre con un pararrayos y una inmensa flecha dorada, que sube hasta los 123 metros  y está  rematada con un ángel . El interior es un  museo singular dedicado a la gloria de las armas rusas, con restos de batallas, banderas y armas de los enemigos. Tiene un bello pulpito para el zar y un iconostasio con arco triunfal. Todo hecho entre 1722 y 1727.
 


Fortaleza de San Pedro y San Pablo. Foto 10lugares.com
 

Los panteones están distribuidos diferenciando a los zares de los príncipes y de sus familiares. Los emperadores llevaban una águila bicéfala que los distinguía. Salvo Pedro II e Ivan VI, todos  los Romanov descansan aquí, incluido Nicolás II, tras su asesinato en 1918. El y su familia fueron traídos desde  Ekaterinburgo  el 17 de Julio de 1998. El funeral y entierro fue de máximo nivel, con la presidencia de Boris Yeltsin y el Patriarca de Moscú. Es por tanto un lugar para la memoria y el recuerdo.  


 La Catedral del Salvador  sobre la Sangre Derramada

Foto de Dionysus.  licencia CC BY-SA 3.0 vía Wikimedia Commons -

Y he dejado para el final la Catedral del Salvador sobre la Sangre Derramada también llamada de la Resurrección de Cristo. Construida sobre el lugar donde el zar Alejandro II de Rusia fue asesinado, víctima de un atentado el 13 de marzo de 1881, está situada en la orilla del canal Griboyédov  cerca del parque del Museo Ruso y de la Avenida Nevski. Para mí, esta iglesia y la de San Basilio en la Plaza Roja de  Moscú, me parecen únicas. Es tal la variedad de cúpulas, mosaicos, ventanas, arcos, etc. y con tal diversidad de colores  y tonos,  que  parecen edificios sacados de la imaginación de los viejos cuentos orientales.
 
Los Palacios de Petrodvorest  en Peterhof y de Catalina en Tsarskoie Selo 

 
Palacio de Catalina. Tsarskoie Selo. Foto wkimedia.org

  
Si se cuenta con  un día adicional, cabe aprovecharlo para conocer dos Palacios magníficos y muy bien restaurados, ubicados en las cercanías de San Petersburgo.  Nos referimos a Peterhof  ó  Petrodvorets y   al Palacio de Catalina en Tsarskoïe Selo

En Peterhof, a 29 Km hacia el oeste, sobre la costa sur del golfo de Finlandia,  está el Palacio de Petrodvorest  que J.B. Blond  le edificó a Pedro I,  que se había quedado impresionado al conocer el de  Versalles. A los 30 aposentos interiores con un fastuoso  salón de baile, se añaden los  jardines al estilo inglés y francés,  que contienen una treintena de inmensas esculturas doradas en más de 60 fuentes y decenas de juegos de aguas que bajan hasta el mar.  El conjunto fue  inaugurado en agosto de 1723. Quedó devastado con la ocupación nazi y tardó 50 años en recuperarse. Hoy luce en todo su esplendor con el brillo dorado de las fuentes y el sonido  del agua. Ver foto de la Gran Cascada al inicio de este artículo.



Detalle del Salón de Ámbar. Palacio de Catalina. Tsarskoie Selo. Foto wikipedia.org


En Tsarskoïe Selo cerca de Peterhof, se encuentra  el inmenso  Palacio de Catalina,  donde solo iban zarinas y princesas. . Esta  obra de Rastrelli  tiene una inmensa y luminosa fachada en blanco y azul  con columnas, pilastras, molduras y grandes atlantes en color de bronce  y una escalinata de doble acceso. Por todas partes dominan los detalles de oro.  El interior es muy elegante  destacando  una joya sin igual: el Salón  de Ámbar . Fue un regalo del rey Federico Guillermo I de Prusia a Pedro I el Grande  en el año 1716.  Obra de arte de los maestros del siglo XVIII y de los restauradores actuales, no se terminó hasta 30 años después. Con cada guerra se desmontaba y guardaba, como una historia interminable. Desaparecido durante la II Guerra Mundial, fue reconstruido  en 2003,  con idéntico material y la máxima fidelidad al original. Su mantenimiento es costoso pero su aspecto es deslumbrante.


Si al menos hemos recorrido  todo lo expuesto, ya tendremos  una buena visión de San Petersburgo y alrededores .

Estamos por tanto algo cansados y que mejor que disponernos a disfrutar de un suave paseo fluvial por el corazón de Rusia. Los Cruceros que unen estas dos grandes ciudades  de Rusia, recorren lentamente sus aguas, entrando y saliendo en las muchas esclusas que permiten salvar el desnivel que hay entre ambas ciudades. Pero llegar directamente de una a otra no fue nada fácil, y solamente con unas extraordinarias   obras públicas, pudo realizarse este paso directo por las aguas de dos lagos y varios ríos.Lo contaremos en el próximo capítulo. 

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